Me permití copiar el texto completo que ejemplifica el trabajo que sugiere Irais para que colaboresn y sobre todo para que saquen a relucir su creatividad como escritores y generen una historia utilizando imágenes del período Romántico en la pintura. LA PINTURA ES DE THÉODORE GERICAULT Y SE LLAMA “SEVERED HEADS” (CABEZAS CORTADAS/SERCENADAS) 1818.
MI RELATO SE LLAMA “VLADIMIR E IVÁN" AUTORA: IRAIS MUNGUÍA (CHINA), es decir yo mera. Jajaja.
Sucedía que era a finales del siglo XVIII, específicamente el año de 1780. Eran dos hermanos con muy poca variación de edad, se solían llevar dos años de diferencia, ellos eran sumamente unidos; pero la ideología los separaba. Vladimir era el menor y le gustaba la guerra, estaba a favor de ella y era nacionalista; vivían en Polonia; Iván, el mayor creía en la paz y estaba a favor del trabajo y las costumbres de aquélla época. Eran dos hermanos que a pesar de su fuerte unión, peleaban mucho; pero cuando se olvidaban de aquéllos asuntos; la buena vida, unos momentos en el río pescando y la montaña los reencontraban con el afecto que sólo los hermanos pueden tener. La guerra se aproximaba, venía Napoleón al territorio y Vladimir se tuvo que ir a defender su patria. Iván convencido de sus creencias se retiró al campo a vivir en solitario un tiempo, se fue a la frontera con Alemania mientras pasaba la guerra. Solían escribirse cartas, Vladimir le contaba a cerca de sus hazañas y todas las crudas y crueles situaciones que solía vivir. Incluso una vez dijo que le tocó hacer una obra de caridad; un niño que caminaba en los campos de Alemania, fue sorprendido por una emboscada y fué recibido con 23 balazos de escopeta en el cuerpo, pero aún seguía vivo. Vladimir estaba cerca y escuchó los quejidos de aquél desdichado niño, al aproximarse aún más el niño le suplicó al oído que por favor terminara con su vida, que estaba sólo en el mundo y le era imposible soportar el dolor y el vacío de las balas en su cuerpecito.
Entonces Vladimir conoció la compasión y acabó con el sufrimiento del infante, es decir, lo ejecutó. Pero Iván también pasaba por situaciones difíciles, pasaba hambre, en su morada, donde vivían más desterrados en contra de la guerra, desfallecían de hambre, el ganado no daba para mucho y eran temporadas de frío, así que cosechaban muy poca siembra. Iván y su gente se veían en la penosa necesidad de asaltar los caminos, ya fueran burgueses, esclavos o soldados. Incluso había veces que cuando robaban a los transeúntes, éstos no quedaban vivos, pero Iván y los demás hombres no se daban cuenta porque tenían que salir huyendo rápidamente del lugar. Así que un día las situaciones los encontraron, los soldados del fuerte de Vladimir entraron a los campos en la frontera de Polonia con Alemania, iban matando a todo extraño que se les pusiera en frente, y al momento de pelear, a Vladimir le tocó enfrentarse con el más fuerte, quien casualmente, era su hermano, pero los dos no pudieron combatir contra si mismos, pues eran de la misma sangre, del mismo corazón y de la misma fuerza, pero ambos tampoco podían abandonar a su gente. Uno peleaba por su patria, contra la invasión Napoleónica, y el otro combatía contra la guerra en general. Pero existía un equipo, un ejército que estaba en contra de los dos; era Napoleón, pisando las tierras de Alemania, llegando a las carreteras en Polonia; estaba en la frontera. Y ambos, ninguno de los dos tuvo tiempo de huir y un zardo azul, de traje muy azul, era el traje francés, era de las tropas francesas, era de Napoleón; cabalgando con furia sobre su equino, empuñó una espada, tan sucia y oxidada como un viejo fierro, es que era la sangre putrefacta de los cuerpos. Eran las vísceras que había atravesado, de los corazones despedazados, de las cabezas rodadas, de las vidas quitadas. Era esa espada la que empuñaba aquél zardo que encontró a los hermanos huyendo de la guerra, de la situación, de su tan amada patria; fue esa espada que de un sólo tajo los descabezó; los reunió en el campo manchado de sangre, de un sólo tajo los unió.
Así ocurrió, así fue la historia de dos personas más, ó menos, de Vladimir e Iván. Sus cuerpos fueron encontrados cerca, muy cerca uno del otro, mientras las cabezas eran presumidas en la mesa de Napoleón, de un chaparro barrigón, que se deleitaba, que reía que degustaba de ver la expresión de los rostros de estos dos muertos. Así fue como le mostraron a Napoleón las dos cabezas, solían ser Vladimir e Iván, los dos hermanos.
Me permití copiar el texto completo que ejemplifica el trabajo que sugiere Irais para que colaboresn y sobre todo para que saquen a relucir su creatividad como escritores y generen una historia utilizando imágenes del período Romántico en la pintura.
ResponderEliminarLA PINTURA ES DE THÉODORE GERICAULT Y SE LLAMA “SEVERED HEADS” (CABEZAS CORTADAS/SERCENADAS) 1818.
MI RELATO SE LLAMA “VLADIMIR E IVÁN"
AUTORA: IRAIS MUNGUÍA (CHINA), es decir yo mera. Jajaja.
Sucedía que era a finales del siglo XVIII, específicamente el año de 1780. Eran dos hermanos con muy poca variación de edad, se solían llevar dos años de diferencia, ellos eran sumamente unidos; pero la ideología los separaba.
Vladimir era el menor y le gustaba la guerra, estaba a favor de ella y era nacionalista; vivían en Polonia; Iván, el mayor creía en la paz y estaba a favor del trabajo y las costumbres de aquélla época. Eran dos hermanos que a pesar de su fuerte unión, peleaban mucho; pero cuando se olvidaban de aquéllos asuntos; la buena vida, unos momentos en el río pescando y la montaña los reencontraban con el afecto que sólo los hermanos pueden tener.
La guerra se aproximaba, venía Napoleón al territorio y Vladimir se tuvo que ir a defender su patria. Iván convencido de sus creencias se retiró al campo a vivir en solitario un tiempo, se fue a la frontera con Alemania mientras pasaba la guerra. Solían escribirse cartas, Vladimir le contaba a cerca de sus hazañas y todas las crudas y crueles situaciones que solía vivir. Incluso una vez dijo que le tocó hacer una obra de caridad; un niño que caminaba en los campos de Alemania, fue sorprendido por una emboscada y fué recibido con 23 balazos de escopeta en el cuerpo, pero aún seguía vivo. Vladimir estaba cerca y escuchó los quejidos de aquél desdichado niño, al aproximarse aún más el niño le suplicó al oído que por favor terminara con su vida, que estaba sólo en el mundo y le era imposible soportar el dolor y el vacío de las balas en su cuerpecito.
Continua el relato de Irais...
ResponderEliminarEntonces Vladimir conoció la compasión y acabó con el sufrimiento del infante, es decir, lo ejecutó.
Pero Iván también pasaba por situaciones difíciles, pasaba hambre, en su morada, donde vivían más desterrados en contra de la guerra, desfallecían de hambre, el ganado no daba para mucho y eran temporadas de frío, así que cosechaban muy poca siembra. Iván y su gente se veían en la penosa necesidad de asaltar los caminos, ya fueran burgueses, esclavos o soldados. Incluso había veces que cuando robaban a los transeúntes, éstos no quedaban vivos, pero Iván y los demás hombres no se daban cuenta porque tenían que salir huyendo rápidamente del lugar.
Así que un día las situaciones los encontraron, los soldados del fuerte de Vladimir entraron a los campos en la frontera de Polonia con Alemania, iban matando a todo extraño que se les pusiera en frente, y al momento de pelear, a Vladimir le tocó enfrentarse con el más fuerte, quien casualmente, era su hermano, pero los dos no pudieron combatir contra si mismos, pues eran de la misma sangre, del mismo corazón y de la misma fuerza, pero ambos tampoco podían abandonar a su gente. Uno peleaba por su patria, contra la invasión Napoleónica, y el otro combatía contra la guerra en general.
Pero existía un equipo, un ejército que estaba en contra de los dos; era Napoleón, pisando las tierras de Alemania, llegando a las carreteras en Polonia; estaba en la frontera. Y ambos, ninguno de los dos tuvo tiempo de huir y un zardo azul, de traje muy azul, era el traje francés, era de las tropas francesas, era de Napoleón; cabalgando con furia sobre su equino, empuñó una espada, tan sucia y oxidada como un viejo fierro, es que era la sangre putrefacta de los cuerpos. Eran las vísceras que había atravesado, de los corazones despedazados, de las cabezas rodadas, de las vidas quitadas.
Era esa espada la que empuñaba aquél zardo que encontró a los hermanos huyendo de la guerra, de la situación, de su tan amada patria; fue esa espada que de un sólo tajo los descabezó; los reunió en el campo manchado de sangre, de un sólo tajo los unió.
Así ocurrió, así fue la historia de dos personas más, ó menos, de Vladimir e Iván. Sus cuerpos fueron encontrados cerca, muy cerca uno del otro, mientras las cabezas eran presumidas en la mesa de Napoleón, de un chaparro barrigón, que se deleitaba, que reía que degustaba de ver la expresión de los rostros de estos dos muertos. Así fue como le mostraron a Napoleón las dos cabezas, solían ser Vladimir e Iván, los dos hermanos.
muy buena irais,me gustó muchísimo,la narración está perfecta
ResponderEliminarEXCELENTE! gracias
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